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los pecepis se desatan…

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pcpi_luces

¡Pero mira que es difícil hacerles escribir..! Como si las palabras encerraran el germen de algún mal terrible o fueran las culpables de oscuros designios que mantienen los traseros pegados a los pupitres de la clase. Escribir (y ya no digamos leer) puede ser entretenido y ¡hasta divertido! Con medida algarabía y unas dosis de buen humor, las profes Begoña y Mónica se propusieron hacer del día del libro una jornada de desagravio: con un boli y un poco de imaginación, invitaron a que los pecepis volcaran su autorreprimida creatividad sobre un papel en blanco. Como resultado se obtuvieron una serie de historias contadas con gracia que alcanzaron el objetivo de pasar un buen rato. Y parece ser que los resultados cumplieron con las expectativas… Por si queda duda, un ejemplo:

Érase una vez un ogro llamado Pedro que trabajaba de botones en un hotel. Un buen día recogió las maletas de unos huéspedes. Al subir las escaleras las maletas se abrieron y apareció una vara. Al botones le pareció muy bonita. Al cogerla, se iluminó y pensó que no era una vara cualquiera. La llevó a su habitación y descubrió sus poderes. Estando en la habitación llamó a la puerta una anciana del IMSERSO. Pedro el ogro le dio un toque con la vara en el hombro y la anciana se convirtió en una bella princesa.

La noticia de la aparición de la bella princesa llegó a oídos del príncipe José Ramón IV y este emprendió un largo viaje a caballo hasta llegar al hotel, donde vio a la princesa hablando con el recepcionista. En ese momento, surge un flechazo y el príncipe le pide matrimonio. Pero entonces aparece el ogro, y se empiezan a batir en duelo. La princesa se desmaya y ambos deciden practicarle la reanimación cardiorrespiratoria. Al despertarse la princesa, el ogro recoge la vara del suelo y convierte al príncipe en anciano del IMSERSO. A partir de ese momento el príncipe pasa a llamarse Pepe y a ocupar su tiempo, para el resto de sus días, mirando obras de construcción. Al poco tiempo la princesa y el ogro se casaron y se trasladaron al país de los ogros, donde fueron felices y comieron perdices.


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