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música y literatura: el fantasma de Tom Joad

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La literatura, como es natural, es un reflejo del sentimiento que palpita en los corazones de los escribidores de historias, el inevitable rastro que deja el tránsito colectivo por una senda abrupta, jalonada de tribulaciones. La producción artística puede optar por ignorar lo que ocurre a su alrededor o zambullirse hasta el lodo del fondo, donde con paciencia encontraremos los restos pulverizados de tiempos mejores. Ambas posturas son legítimas: la que apuesta por la evasión y la que se inclina por el compromiso y la crítica. En este caso nos vamos a referir a la segunda, por aquello de que el resultado adquiere marchamo de testimonio de un tiempo y una época. Como siempre, la novela negra es un género capaz de absorber con garantías la espesa nata de calamidad que envuelve el presente; no es casual que un autor griego ocupe un puesto notorio: hasta hace poco, un relato donde los personajes se llamasen Jaritos, Zisimópulos y Stazakos nos parecería más bien un exótico producto oriental solo apto para filólogos sin complejos. Pero no ahora: “Con el agua al cuello” es una novela de intriga en la que Petros Márkaris recoge el lamento de una sociedad, la helena, humillada, ofendida y estafada. Todo el sueño del europeísmo colgado de la percha de ayudas malgastadas y subvenciones dilapidadas, para quedar, a la postre, suspendidos de la frágil alcayata del rescate. Del otro extremo nos llega “El millonario”, la historia de un parado alemán (que haberlos haylos) que nos presenta un país, el suyo, que no es el ejemplo de sociedad perfecta que los sureños acostumbramos a imaginar. Su autor, Tommy Jaud, escribe sobre las habas que se cuecen en al otro lado del Rin con un punto de ironía y buen humor. Para los que perseveran en encontrar las claves de la depresión económica que nos acucia, “¡Huy!” es una buena aproximación a la crisis del capitalismo y las razones que explican el porqué la están pagando única y exclusivamente los damnificados, y no los promotores. El escritor John Lanchester comenzó escribiendo necrológicas y terminó publicando novelas como “El puerto de los aromas”. En “¡Huy!” demuestra que también tiene talento para explicarnos cuál es la esencia de la pura especulación que nos ha llevado al punto en el que ahora nos encontramos. La propuesta se completa con una novela gráfica patria: “Andando”, de Torres, Carreres y Riego, el retrato de una sociedad herida por todos los costados, como un toro atravesado por cien aguijones que no sabe que de nada ha de servirle su bravura. Cuatro libros de entre cientos de propuestas más o menos atractivas, pero inspiradas por el fantasma de Tom Joad, el protagonista de “Las uvas de la ira”, la célebre novela en la que Steinbeck expone la tesis de que la gente buena, trabajadora y digna “se merece lo mejor, y lo mejor nunca les llega. Es, en efecto, un recordatorio convincente de las enormes injusticias que conllevan los períodos de crisis extrema” (Huberto M. Ennis en Foco Económico).

-¿La sociedad del bienestar? -repite entre risas- ¿Qué sociedad del bienestar? Europa descubrió la sociedad del bienestar después de la segunda guerra mundial bajo la influencia de los países comunistas. Éstos hablaban continuamente de esa sociedad y Europa occidental adoptó la idea para contener el avance del comunismo. Las sociedades del bienestar se vienieron abajo en 1989, señor Galanópulos, y créame, no se ha perdido nada. -Prosigue con gravedad-: Las sociedades del bienestar no existen, señor Galanópulos. Sólo existen lo grupos de presión. Empresarios que luchan para defender sus intereses, trabajadores que luchan por los suyos a través de los sindicatos y de otras organizaciones… Sólo existen grupos que defienden sus intereses. La sociedad a la que usted alude es un invento.

Petros Markaris. Con el agua al cuello (fragmento)

 


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