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Tardi a las trincheras…

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soldado_tardi

 

Hace un par de meses, Jacques Tardi rechazó la Legión de Honor, condecoración instituida por Napoleón hace doscientos y pico años. El que más tarde sería autocoronado emperador sabía muy bien lo que hacía: cuando alguien le dijo que estas dádivas eran meros “hochets” (sonajeros, juguetitos para niños…) él respondió: Vous les appelez les hochets, eh bien c’est avec des hochets que l’on mène les hommes. Tardi, que conoce muy bien la historia reciente de su país, declinó tal distinción con una bala dialéctica del calibre de su obra: “Uno no tiene por qué estar forzosamente contento de ser reconocido por la gente que no quiere”.  Posiblemente esta actitud le granjeará algún magno reproche tanto monárquico como republicano, pero para sus lectores es la rúbrica perfecta de un autor de enorme mérito y coherencia. Tardi es hijo y nieto de combatientes, y la guerra ha estado siempre muy presente en su vida y en su obra. Su abuelo fue uno de los inocentes protagonistas de sus historias en las insalubres trincheras del glorioso ejército francés; su padre René lo fue como prisionero de guerra en un stalag alemán. Las imágenes que recrea con su pluma son un antídoto contra la indiferencia. Presta gran atención a los escenarios, que son capaces de trasladarnos en butaca de primera fila a la representación de esos insignificantes episodios donde se consumen poco a poco la vida y las esperanzas de los últimos peones de la guerra: los soldados rasos. La temática bélica está muy presente en la obra de Tardi:  C’était la guerre des tranchées (1993), Voyage au bout de la nuit (1988) o Putain de guerre (2008) son algunos ejemplos, quizá los más emblemáticos del pensamiento del autor, recogido en estas pocas palabras:

Un montón de tratados deberían asegurarnos la paz. Pero bien se sabe que no serán respetados: porque es preciso llenar de gasolina los depósitos de los coches; que el ciudadano sea atado a su pequeño confort [calefacción central y televisión], que devuelvan los préstamos a los bancos. Es preciso que todas estas coacciones le preocupen y le angustien. Delante del telediario, a la hora de cenar, le hará comprender que vive en un país casi paradisíaco y se adormecerá olvidando la revolución. Es lo menos que desean los gobiernos…

 

 

En fin. Internet hierve de información sobre guerra, cómic, literatura… Esta modesta aproximación al género no ha tenido más pretensión que la de remover los cimientos de la curiosidad y poner de relieve la cantidad y la calidad de obras que nos aproximan, por fortuna en sentido figurado, a la realidad sucia, cruel, perversa y tan humana de la Guerra, la misma Guerra con mayúsculas que hoy mismo se vive en Siria, Colombia, Irak, Mali… Queremos concluir con la escena final de la película Senderos de Gloria, de Stanley Kubrick (una de las confesadas influencias de Tardi) cantando o, mejor dicho, tarareando la cancioncilla “El valiente húsar” con ayuda de los bravos soldados y la cándida muchacha alemana, todos ellos atrapados por un destino incierto que aguardan, resignados, la triste condecoración que ellos nunca solicitaron…

Und als er zum Schatzliebchen kam,
ganz leise gab sie ihm die Hand,
die ganze Hand und noch viel mehr,
die Liebe nahm kein Ende mehr.


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